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La producción de biometano en España

El potencial del biometano en España

La transición energética se acelera. Hace unas semanas, la Agencia Internacional de la Energía presentaba su informe sobre este último año y, si bien aún estamos lejos del objetivo de limitar el calentamiento global a menos de 1,5ºC, es cierto que el despliegue de renovables ha sido mayor que nunca en estos últimos meses.

Y no sólo las renovables. Otras alternativas como la producción energética con biomasa, siguen creciendo a un ritmo más que notable y cada vez son más los industriales que recurren a la misma para la producción de vapor o de calor. Y en cuanto a otra importante solución, el hidrógeno verde, sus previsiones de crecimiento cada vez cobran mayor relevancia y, por tanto, el objetivo de generar 120 millones de toneladas anuales en 2030.

Y, por si esto fuera poco, no dejamos de ver crecer el precio del CO2 en los mercados regulados. Las previsiones a corto ya pasan de los 100 euros la tonelada, a pesar de que incluso Alemania puesto un suelo en 60 euros. Además, el “Fit for 55” incluirá más sectores a partir de 2026 en el mercado regulado de los ETS.

En este contexto, la industria se encuentra en un momento crítico donde, para poder competir -a pesar de los ajustes en frontera relacionados con CO2– pero a la vez descarbonizarse, necesita incorporar en sus procesos nuevas tecnologías y nuevos combustibles. Todo está encima de la mesa: desde proyectos de captura de CO2 y posterior uso o almacenamiento (CCU/CCS), el tan hablado hidrógeno, o por supuesto la eficiencia energética. Y en este panorama de las tecnologías que en España está llamada a ocupar un lugar relevante, es la producción de biometano.

En comparación con otros países de su entorno, España tiene un retraso histórico y llamativo en la producción de biogás y posterior upgrading del mismo para la producción de biometano. La ausencia de un contexto normalizado con garantías de origen o de un esquema de ayudas y subvenciones como podrían ser las feed in tarifs, ha hecho que, el su enorme potencial esté ahí pero no haya sido explotado.

Nuestro país cuenta con un sector primario amplio con una gran cabaña ganadera, una producción de frutas, verduras y hortalizas número uno en Europa y una amplia industria asociada al procesado de todo ello. Además, el problema de los RSUs cada vez es más notable y si se pretende avanzar en la gestión de basuras, el tratamiento selectivo de residuos orgánicos de nuestras ciudades es esencial.

Pero ello, es necesario un entorno en el que exista un esquema de garantías de origen que ayude al consumidor residencial o industrial a distinguir el origen renovable o fósil del gas que emplea en sus instalaciones. Afortunadamente y aunque se lleva muchos años hablando de ello, en la actualidad existe un borrador de Real Decreto que da respuesta parcialmente a la Directiva 2018/2001 del Parlamento y del Consejo del 18 de diciembre de 2018, y que ha estado sometido a consulta pública en octubre de 2021.

Por otro lado, las ayudas procedentes del Plan Nacional de Recuperación, Transformación y Resiliencia podrían ser, en estos próximos dos años, un buen mecanismo para, de forma definitiva, ayudar al sector a despegar en la creación de una red de biodigestores que transformen todos esos desechos en energía limpia susceptibles de comercializarse en nuestro tejido industrial, y, sobre todo, para aquellos procesos difícilmente descarbonizables.

Seamos optimistas. Parece que esta década está llamada a ser la definitiva para el despliegue en la producción de biogás y biometano a través de biodigestores para su posterior uso como autoconsumo o inyección a la red nacional de gasoductos. Un potencial de mercado que no parece hoy pequeño en relación al tamaño de nuestro país en términos de residuos y la necesidad de seguir realizando esfuerzos en la descarbonización de nuestra economía.

 

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Darío Pérez Navarro, Responsable de Soluciones Energéticas Neutras en Carbono